En los últimos treinta años, el área metropolitana de León, es decir la ciudad y los municipios aledaños, tras un periodo de crecimiento sostenido entre 1949 y 1979, apenas ha conocido nuevas dinámicas de empleo y animación sectorial[1].
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Por su parte, la provincia sufre un abandono secular que tiene como consecuencia un despoblamiento imparable del territorio. Además, se han construido urbanizaciones dispersas y centros urbanos que se nutren de la población de toda la provincia, lo que provoca el abandono de los asentamientos rurales.
Por su parte, los estudios estadísticos indican que el modelo de ocupación territorial consistente en una tupida malla de pequeñas localidades rurales está a punto de desaparecer[2]. La población rural se muere, emigra o se traslada a la ciudad.
El envejecimiento de la población y el hecho de que apenas exista relevo generacional amenazan con hacer que este territorio se convierta en un inmenso geriátrico.
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[typography font=»Cantarell» size=»14″ size_format=»px»] En resumen, el presente proyecto se enmarca en un territorio de población envejecida, con una preocupante escasez de nuevas dinámicas de empleo y un imparable despoblamiento de las poblaciones rurales hacia los anillos dispersos de los centros urbanos.[/typography]
Por otro lado, en lo que se refiere a la creación de empleo, se ha señalado por numerosos autores la necesidad de pensar nuevos entornos que sean ambientalmente sostenibles y que asuman los costos que ahora se transmiten a las generaciones futuras, que heredarán el agotamiento de los recursos naturales y una contaminación generalizada.
A la hora de plantear nuevas alternativas de empleo y producción, hay que pensar en procurar el menor impacto posible sobre recursos que son limitados.
[highlight]Los nuevos modelos productivos han de articularse en torno al vector de la sostenibilidad. Y ello se hará a base de pequeños cambios, poniendo en valor los entornos inmediatos, el paisaje, orientados a un turismo respetuoso que no degrade el medio ambiente.[/highlight]
[quote style=»boxed» float=»left»]Hemos de ser conscientes además de que en la biodiversidad de nuestros entornos tenemos una muy importante reserva de recursos que no podemos despreciar y que debemos preservar en toda su riqueza y complejidad. Por lo tanto es importante que nuestra sociedad entienda que el paisaje tiene un valor colectivo que debe ser protegido y que es una oportunidad para crear riqueza y generar empleo[3].[/quote]
Ello en la provincia de León es una evidencia que no debe obviarse.
Por último, en la filosofía de este proyecto, los árboles (y también arbustos, plantas, gramíneas, forrajeras, etc.) son esenciales en sus distintos aspectos biológico, ecológico, cultural, económico y social.
Los árboles son los organismos autótrofos en tierra firme, que producen el alimento del que vivimos, y lo hacen mediante la fotosíntesis, que consiste en la transmutación de la energía del sol en materia viva y oxígeno utilizando agua y dióxido de carbono.
El árbol consigue así alimentarse sin tener que emplear ningún recurso no renovable. En tiempos pretéritos, los árboles colonizaron la tierra firme erosionando con sus raíces las rocas y creando el suelo fértil que posibilitó la evolución de los animales fuera del mar. La tierra fue poblada gracias a la presencia de alimento en ella. Los árboles producen oxígeno e intervienen en el ciclo del agua en tierra firme evaporando agua a través de sus hojas, formando y atrayendo nubes, haciendo que se filtre el agua en el suelo, favoreciendo el equilibro del clima y aportando paisaje y belleza a la vida.
Cuando los humanos dejamos de ser arborícolas y descendimos a tierra, los árboles jugaron un papel esencial en nuestro desarrollo cultural haciendo posible el fuego, por la combustión de su madera. El fuego procuró calor, seguridad y asado de alimentos. Posteriormente y gracias a la cerámica, otra consecuencia del fuego, pudimos cocer alimentos, aumentando nuestro espectro alimentario, y elaborar utensilios para almacenarlos. La madera y su combustión mediante el fuego posibilitaron también la metalurgia, la fabricación de herramientas y viviendas, la rueda, el arado, el carro, las balsas…[4].
[box]Estas circunstancias –la inexistencia de horizontes productivos y de empleo en la provincia de León, la necesidad de articular pequeños cambios que pongan en valor nuestro entorno natural y las posibilidades que al respecto ofrece la cultura del árbol– sustentan el Proyecto BOTANICUM EUROPA.[/box]
[1] Lorenzo López Trigal, catedrático de Geografía Urbana de la Universidad de León, en “Laboratorio Urbano Ventas Oeste”, Colección Geografías Urbanas nº 1. 2011.
[2] Eloy Algorri, arquitecto, en “Pensar la ciudad. Edición 2010”, pgs. 69 y sgs.
[3] Llorens Serrano, en “Pensar la ciudad. Edición 2010”, pgs. 140 y sgs.
[4] Javier Sánchez, en la presentación de la Fundación + Árboles en “Pensar la ciudad 2010”, pg. 122..